Page 391 - Los Sin Nombre - Ramsey Campbell
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Los sin nombre: 35                                                   Ramsey Campbell

               Ted  las  condujo  hacia  el  coche,  que  estaba

            estacionado cerca del edificio.


               –¿Te  importa  conducir  hasta  Londres?  –preguntó

            Barbara–. No creo que me encuentre en condiciones de

            coger el volante.


               –No me importa en absoluto –respondió, mirándola

            con una expresión vacía–. De hecho, insisto.


               Entraron  en  Glasgow  para  recoger  su  equipaje  y

            después  Ted  insistió  en  que  comieran  algo  antes  de

            iniciar  el  largo  viaje  de  regreso.  Encontraron  una


            hamburguesería  enfrente  de  la  estación  de  trenes  y

            Barbara recordó la noche que habían perseguido a la

            mujer  asimétrica.  La  secta  había  estado  allí,  en


            Glasgow,  a  pesar  de  que  Ted  le  había  dicho  lo

            contrario, pero ahora no importaba. Se sentía a salvo en

            el  restaurante,  sobre  todo  porque  no  había  ninguna


            ventana  que  diera  a  la  calle.  Diversas  Doris  Day  y

            Marilyn  Monroe  jóvenes  brillaban  en  las  paredes.


            Angela cogió su hamburguesa con las dos manos y, al

            mirarla, Barbara sintió que la invadía una oleada de

            amor.


               Cuando cogieron la autopista a las afueras de Carlisle

            eran casi las cuatro de la tarde. Por fin, Barbara pudo


            advertir que había empezado el otoño: el sol era una

            mancha  de  luz  sobre  los  descoloridos  árboles  y  las

            hojas se apiñaban bajo los coches. Se sentó en la parte





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