Page 129 - iIndependencia 1849-1856.
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La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia	  129

            mediatrices, y entre los agentes de estas y el Gobierno Haitiano. Los
            resultados de esta política han inspirado en el extranjero confianza
            en el Gobierno y esta ha influido en provecho de nuestro gobierno,
            cuyo crédito se resentía de la crisis permanente en que nos colocaba
            la cuestión política.11

    Los agentes extranjeros se cansaban de esperar y recelaban
de las tácticas dilatorias de Soulouque y su canciller. La moles-
tia de los cónsules se agravó cuando a la comisión creada por el
Gobierno haitiano, este le agregó seis generales, y se rumoraba
que se enviaría una misión a las capitales de las potencias media-
doras para tratar directamente con los gobiernos, lo que indicaría
que Haití no tenía confianza en la imparcialidad de los que ne-
gociaban in situ. Así que vemos que el agente Walsh, le decía a su
Gobierno en Washington el 10 de abril de 1851:

                 Estoy informado de que las Cámaras han nombrado un Comité
            conjunto para hacer un informe acerca de la cuestión dominicana;
            y que el Emperador ha agregado a esta seis generales, para que el
            Ejército pueda estar representado en la tarea. La población está aho-
            ra llena de personajes militares, todos ellos oficiales principales del
            Imperio que han sido citados aquí, hasta el número de quinientos
            generales y el doble de coroneles, con el doble propósito de cerciorarse
            de sus puntos de vista acerca de la guerra, y de que se le impusieran
            condecoraciones, acabadas de llegar de Francia, de la Orden de San
            Faustino, instituida por el Emperador. Esta mañana supe de una
            fuente confiable, que en el informe del Comité, que será entregado
            mañana, hay una recomendación de que el gobierno envíe agentes a
            Londres, París y Washington, para abrir negociaciones para resolver
            la cuestión, un paso que no solamente sería absurdo, pero que bajo
            las circunstancias podía considerarse ofensivo. Consideré mi deber
            detener de inmediato cualquier proyecto de tal suerte, mandar una
            intimación al Ministro de RR. EE. diciéndole que una repuesta como

11	 E. Rodriguez Demorizi, Guerra domínico-haitiana, pp. 253-254.
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