Page 28 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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ESCENA II
LONDRES.- Otra sala, del Palacio Real.
(Entran Enrique Príncipe de Gales y Falstaff.)
FALSTAFF.- A ver, Hal, qué hora es, chico?
ENRIQUE.- Te has embrutecido de tal manera, bebiendo vino añejo,
desabrochándote después de cenar y durmiendo sobre los bancos desde
mediodía, que te has olvidado hasta de preguntar lo que quieres
realmente saber. Qué diablos tienes tu que hacer con la hora del día?
A menos que las horas fueran jarros de vino, los minutos pavos
rellenos y los relojes lenguas de alcahuetas, los cuadrantes enseñas de
burdeles y el mismo bendito sol una cálida ramera vestida de tafetán
rojo, no veo la razón para que hagas preguntas tan superfluas como la
de la hora que es.
FALSTAFF.- Bien, Hal, lo has acertado; porque nosotros, los
tomadores de bolsas, vamos a favor de la luna, y los siete astros y no
bajo Febo, el espléndido caballero errante; por lo que te ruego, mi
suave burlón, que, cuando seas rey Dios salve tu gracia..., no,
Majestad, quiero decir, porque lo que es gracia, no tendrás ninguna.
ENRIQUE.- Cómo! Ninguna?
FALSTAFF.- No, por mi fe, ni aun aquella que basta como prólogo a
un huevo con manteca.
ENRIQUE.- Bien, al hecho, al hecho.
FALSTAFF.- Allá voy, o suave burlón; digo que, cuando seas rey, no
permitas que nosotros, los guardias de corps de la noche, seamos
llamados ladrones de la belleza del día; que se nos llame los
guardabosques de Diana, caballeros de la sombra, favoritos de la
luna;- y que se diga que somos gente de buen gobierno, siendo
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