Page 33 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               Enrique IV                             donde los libros son gratis

               ENRIQUE.- Sí, pero es muy probable que nos conozcan por nuestros
               caballos, nuestros trajes o cualquier otro indicio.
               POINS.- Bah! no verán nuestros caballos, porque los ocultará en el
               bosque; cambiaremos de caretas así que nos separemos y luego,
               amigo, tengo unas capas de goma para cubrir nuestros vestidos que
               conocen.
               ENRIQUE.- Y yendo por lana, no saldremos esquilados?
               POINS.- En cuanto a dos de ellos, me consta son los dos mayores
               cobardes que hayan vuelto la cara; en cuanto al tercero, si combate
               más de lo que juzga razonable, abjuro el oficio de las armas. La sal de
               la broma estará en las inenarrables embrollas que nos contará este
               obeso bribón cuando nos reunamos para cenar: de cómo se habrá
               batido con treinta a lo menos; cuántas guardias, cuántas paradas hizo,
               en qué peligro se encontró. En el desmentido va a ser lo bueno.
               ENRIQUE.- Bien, iré contigo; prepara todo lo necesario y vete a
               buscarme esta noche a Eastcheap; allí cenaré. Adiós.
               POINS.- Adiós, señor.
               ENRIQUE.- Os conozco bien a todos y quiero, por un tiempo aun,
               prestarme a vuestro humor desenfrenado. Quiero imitar al sol, que
               permite a las nubes ínfimas o impuras, que oculten al mundo su
               belleza, hasta que le plazca volver a su brillo soberano, reapareciendo
               al disipar las brumas sombrías y los vapores que parecían ahogarle,
               para ser más admirado. Si todo el año fuera fiesta, el placer sería tan
               fastidioso como el trabajo; pero viniendo aquellas rara vez, son más
               deseadas y se esperan como un acontecimiento. Así, cuando abandone
               esta torpe vida y pague una deuda que no contraje y ultrapase lo que
               prometía, el asombro de los hombres será mayor. Y, semejante a un
               metal que brilla en la obscuridad, mi reforma, resplandeciendo sobre
               mis faltas, atraerá más las miradas, que una virtud que nada hace
               resaltar. Quiero acumular faltas, para hacer de ellas un mérito al
               surgir puro, cuando los hombres menos lo esperen. (Sale)



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