Page 24 - El avaro - Molière - Ciudad Seva
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El avaro - Molière - Ciudad Seva                                       http://www.ciudadseva.com/textos/teatro/moliere/avaro.htm



                  desarreglados!

                  FROSINA. ¡Eh! ¡Bien formados resultan junto a una persona como vos! Vos sois un
                  hombre de verdad, que recrea la vista, y hay que estar hecho y vestido así para engendrar
                  amor.

                  HARPAGÓN. ¿Me encuentras bien?

                  FROSINA. ¡Cómo! Embelesáis, y vuestro rostro es digno de ser pintado. Volveos un
                  poco, por favor. No puede haber nada mejor. Que os vea andar. He aquí un cuerpo
                  modelado, libre y desenvuelto como es debido y que no altera dolencia alguna.

                  HARPAGÓN. No padezco ninguna grave, a Dios gracias. Tan sólo mi fluxión me ataca
                  de cuando en cuando.

                  FROSINA. ¡Ah, eso no es nada! Vuestra fluxión no os sienta mal, y toséis con gracia.

                  HARPAGÓN. Y, dime: ¿Mariana no me ha visto aún? ¿No se ha fijado en mí al pasar?


                  FROSINA. No; mas hemos hablado mucho de vos. Le he hecho un retrato de vuestra
                  persona, y no he dejado de alabarle vuestro mérito y lo beneficioso que para ella sería
                  tener un marido como vos.

                  HARPAGÓN. Has hecho bien, y te lo agradezco.


                  FROSINA. Quisiera, señor, haceros un pequeño ruego. Tengo un pleito y estoy a punto
                  de perder por falta de algún dinero (Harpagón adopta un aire serio.), y podríais
                  fácilmente proporcionarme la ganancia de este pleito si tuvierais alguna bondad
                  conmigo. No os podéis imaginar el placer que tendrá ella en veros. (Harpagón recobra
                  su aire alegre.) ¡ Ah, cómo le gustaréis! ¡Vuestra gorguera a la antigua producirá un
                  efecto admirable sobre su ánimo! Mas, sobre todo, le encantarán vuestras calzas atadas a
                  la ropilla con cordones. Es para volverla loca por vos; y un amante acordonado así será
                  para ella un incentivo maravilloso.


                  HARPAGÓN. En verdad, me encantas diciéndome esto.

                  FROSINA. Os aseguro, señor, que el resultado de este pleito es para mí decisivo.
                  (Harpagón recobra su aire serio.) Estoy arruinada si lo pierdo; y una pequeña ayuda
                  reharía mis negocios. Quisiera yo que hubierais visto el embeleso en que se hallaba
                  oyéndome hablar de vos. (Harpagón recobra su aire alegre.) La dicha estalla en sus ojos
                  ante el relato de vuestras cualidades; y la he dejado con una impaciencia suma al ver ese
                  casamiento enteramente concertado.

                  HARPAGÓN. Me has dado un gran placer, Frosina, y te debo, lo confieso, todas las
                  gratitudes del mundo.

                  FROSINA. Os ruego, señor, que me entreguéis el pequeño socorro que os pido.
                  (Harpagón recobra de nuevo su aire serio.) Esto me repondrá y os quedaré eternamente
                  agradecida.

                  HARPAGÓN. Adiós; voy a terminar mi correspondencia.

                  FROSINA. Os aseguro, señor, que no podríais socorrerme en una mayor necesidad.

                  HARPAGÓN. Ordenaré que mi carroza esté preparada para llevaros a la fiesta.





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