Page 63 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
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mejores de las que os esperabais. Abrid bien pronto esta carta.
Veréis en ella que tres de vuestros galeones han llegado
repentinamente a puerto con ricos cargamentos. No sabréis por qué
extraño accidente ha caído esta carta en mis manos.
ANTONIO.- Estoy mudo.
BASSANIO.- ¿Erais el doctor y no os he reconocido?
GRACIANO.- ¿Erais el escribiente que debe hacerme cornudo?
NERISSA.- Sí, pero el escribiente que no tiene intención de haceros
cornudo, a menos que se convierta en hombre.
BASSANIO.- Mi dulce doctor, seréis mi compañero de lecho cuando me
ausente, os permito que os acostéis con mi mujer.
ANTONIO.- Mi dulce dama, me habéis devuelto la vida y el medio de
vivir, pues esta carta me da la certeza de que mis barcos han
llegado a buen puerto.
PORCIA.- ¡Hola, Lorenzo! Mi escribiente tiene para vos una carta
que os causará placer.
NERISSA.- Sí, y se la daré, sin honorarios. Os entrego a vos y a
Jessica una donación especial, hecha por el rico judío, de todos los
bienes de que sea poseedor a su muerte.
LORENZO.- Bellas damas, hacéis caer el maná en la ruta de las
gentes hambrientas.
PORCIA.- La mañana se acerca; y, sin embargo, estoy seguro de que
no os halláis aún satisfechos de los detalles de estos
acontecimientos. Entremos, hacednos preguntas y responderemos a
ellas con toda fidelidad.
GRACIANO.- Sea así. El primer interrogatorio a que mi Nerissa
responderá bajo juramento será, si quiere continuar levantada hasta
la noche próxima, o aprovechar las dos horas que nos quedan para ir
a acostarnos. Pero si llegara el día, quisiera que fuese de noche, a
fin de poder acostarme con el escribiente del doctor. Bien, durante
toda mi existencia en nada pondré tanto celo como en conservar a
salvo el anillo de Nerissa. (Salen.)
FIN

