Page 61 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
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la cara.
GRACIANO.- Lo llevará, si vive hasta la edad de hombre.
NERISSA.- Sí, por cierto, si una mujer puede convertirse en hombre.
GRACIANO.- Por esta mano extendida, juro que lo he dado a un joven,
una especie de niño, un mozalbete achaparrado13, más alto que tú, el
escribiente del juez; un muchacho charlatán, que me lo ha pedido en
calidad de honorarios. No he tenido corazón para negárselo.
PORCIA.- Habéis estado censurable, os lo digo francamente, al
deshaceros tan ligeramente del primer regalo de vuestra mujer, de un
objeto añadido a vuestro dedo con juramentos, y unido de ese modo
por la fe a vuestra carne. También di mi anillo a mi amor y le hice
jurar que nunca se separaría de él. Aquí está presente, y me
atrevería a afirmar, en nombre suyo, que no lo daría ni lo quitaría
de su dedo por toda la riqueza que encierra el mundo. En verdad,
Graciano, habéis dado a vuestra mujer un excesivo motivo de
disgusto. Si ese disgusto me lo hubiesen dado a mí, me volvería
loca.
BASSANIO.- (Aparte.) ¡Pardiez! Valdría más cortarme la mano
izquierda y jurar que he perdido el anillo defendiéndolo.
GRACIANO.- El señor Bassanio ha dado el anillo al juez, que se lo
pidió, y lo merecía verdaderamente; luego su escribiente, que había
hecho algunos trabajos, me pidió el mío, y ni el amo ni el servidor
han querido tomar otra cosa que los dos anillos.
PORCIA.- ¿Qué anillo habéis dado, señor? No será, supongo, el que
habéis recibido de mí.
BASSANIO.- Lo negaría si pudiera añadir una mentira a una falta;
pero veis que mi dedo no tiene el anillo. No lo conservo.
PORCIA.- Vuestro corazón hipócrita carece de fe, igual que vuestro
dedo de anillo. Por el cielo que no entraré en vuestro lecho como no
haya visto mi anillo.
NERISSA.- Ni yo en el vuestro como no haya vuelto a ver el mío.
BASSANIO.- Mi dulce Porcia; si supierais a quién he dado el anillo;
si supierais por qué he dado el anillo; si pudierais concebir por
qué he dado el anillo; si supieseis con cuánta repugnancia he dado
el anillo, cuando no se quería aceptar otra cosa que el anillo,
moderaríais la vivacidad de vuestro desagrado.
PORCIA.- Si hubierais conocido la virtud del anillo, o la mitad del
valor de la que os dio el anillo, o hasta qué punto vuestro honor
estaba empeñado en guardar el anillo, no os habríais separado jamás
del anillo. ¿Hay un hombre tan poco razonable, si os hubierais
complacido en defender vuestro anillo con un tanto así de celo, que
cometiera la indiscreción de exigir una cosa considerada por vos
como sagrada? Nerissa me enseña lo que debo creer; que me muera si
no es una mujer la que ha recibido el anillo.
BASSANIO.- No, por mi honor, señora; por mi alma, ninguna mujer lo
ha recibido; es un simple doctor en Derecho, que no ha querido de mí
tres mil ducados, y me ha pedido el anillo, que le negué, dejándole
partir lleno de enojo; es el mismo doctor que ha salvado la vida de
mi querido amigo. ¿Qué he de deciros, dulce señora mía? Me vi
forzado a hacer que corrieran tras él. Estaba entre la espada y la

