Page 127 - Los Humanoides - Jack Willianson
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piedra  tachonada  de  estalactitas  y  desde  algún  sitio


            llegaba el sonido del agua corriente.


                    —¿Dónde...                 dónde              estamos?               —balbuceó

            tembloroso.


                    —Tal vez es más seguro que usted no conozca la

            ubicación  exacta  de  nuestro  refugio  —repuso


            quedamente White—. Esto queda a varios centenares

            de metros por debajo de la superficie. Tiene suficiente


            aire y agua, pero ninguna entrada capaz de permitir el

            paso de nadie.


                    El  astrónomo  volvió  a  estremecerse,  mudo  de


            asombro.


                    White sacudió su enorme cabeza, asintiendo.


                    —La  primera  vez  que  tratamos  de  traerlo,  su

            propia resistencia mental nos lo impidió y tuvimos que

            aguardar a que ansiara marcharse de Starmont...



                    —Realmente  lo  deseaba  con  toda  mi  alma.  Un

            segundo  más  y...  —tembloroso  recorrió  el  círculo,

            estrechando  las  manos  de  aquellos  hombres  y  la


            criatura que lo salvara del eterno olvido.


                    Una diferencia enorme se advertía en ellos: cuando

            los viera por primera vez eran los reclutas del nuevo


            ejército  de  White,  recién  salvados  del  manicomio,  la

            cárcel  y  el  arroyo.  Ahora  estaban  afeitados,  mejor








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