Page 126 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Capitulo XIV





                    Durante el primer momento, Claypool pensó que


            había  logrado  romper  el  irrompible  abrazo  de  las

            máquinas, cayendo más allá de la silla anatómica. Pero

            el sol había desaparecido de su espalda.



                    —¡Oh,  doctor  Claypool!  —era  increíble,  pero  el

            astrónomo reconoció la voz de la pequeña Aurora—.

            ¿Lo lastimamos?



                    Sus ojos asombrados se pasearon de la niña a las

            figuras  de  White,  Afortunado  Ford,  Graystone  y

            Overstreet, que lo rodeaban en un amplio círculo, con


            expresiones  que  variaban,  pero  eran  en  conjunto

            preocupadas y tensas. Al verlo parecieron serenarse.


                    El  pequeño  Ford  se  secó  la  frente  con  un  gran

            pañuelo,  Graystone  inclinó  su  rojiza  nariz  en  un


            extraño  saludo  y  Overstreet  movió  la  cabeza

            distraídamente.


                    Majestuoso  y  sereno,  envuelto  en  su  vieja  capa


            plateada, White se acercó a ayudarlo a levantarse.


                    —¡Bien  venido  a  nuestro  refugio!  —exclamó

            suavemente—. Por fin logramos traerlo.


                    Aferrándose  a  la  enorme  mano  del  pelirrojo,


            Claypool  se  reincorporó.  El  ambiente  era  húmedo  y

            frío:  por  encima  de  ellos  se  alzaba  una  bóveda  de




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