Page 147 - Los Humanoides - Jack Willianson
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simpatía hacia los humanoides y la forma inhumana en


            que trataba de cazar a White y los suyos.


                    Pero  Frank  Ironsmith  logró  evitar  fácilmente  el

            brutal golpe; rápido y seguro como un humanoide más,

            aferró a Claypool de la muñeca, retrocediendo un paso


            y forzándolo a apoyarse contra los paneles, jadeando,

            el  astrónomo  intentó  en  vano  golpearlo.  Su  pierna

            lastimada  no  le  permitía  mantenerse  muy  bien  en


            equilibrio y un dolor agudo lo dominó.


                    —No  vale  la  pena  que  insista,  Claypool  —dijo

            Ironsmith con voz suave, sin que se advirtiera en su


            acento la menor nota de resentimiento—. ¡Lo único que

            puede hacer es rendirse!


                    —¡Aún no! —exclamó el astrónomo, sacudiendo la


            cabeza para aclarársela y mirando hacia sus espálelas,

            gritó— ¡Aurora! ¡Detenlo!


                    Ironsmith le retorció el brazo, obligándolo a apoyar

            su  peso  en  la  pierna  herida.  Pero  una  cólera  sorda,


            escarlata, le hizo olvidar el dolor y volver a gritar:


                    —¡Aurora!  ¡Detenlo!  ¡En  la  sangre  tiene  potasio!

            ¡Recuerda cómo detuviste a los humanoides! ¡Tienes que


            hacerlo, Aurora! —un frío sudor le bañaba el cuerpo,

            mientras olas de dolor le subían de la pierna hasta el

            cerebro, pero siguió gritando: —¡Tenemos que matarlo


            para poder liberar a los hombres!


                    Pero la niña sacudió la cabeza con un gesto rígido.


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