Page 176 - Los Humanoides - Jack Willianson
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semejantes, entregándolos atados ds pies y manos a los
autómatas ¡
—¡Ojalá no nos descubran! —musitó Aurora. No
hubiera querido ver morir a aquellos dos seres tan
agradables, pese a que los sabía enemigos.
El anciano y la muchacha entraron en el enorme
recinto, y por una puerta lateral apareció otro hombre,
joven y de paso elástico. Era Ironsmith, que sonriendo
se dirigió hacia ellos. —¡Señor Sledge! —llamó.
El anciano lo esperó y le estrechó la mano,
sonriendo.
Aurora advirtió que la mano de Claypool soltaba
la suya. El astrónomo, asombrado, miró al anciano
aquel. ¡Pero era imposible! No podía ser Sledge, el viejo
sabio que tras crear a los humanoides fuera denotado
por ellos. Ese hombre no podía tener casi dos siglos, y
además su aspecto distaba mucho del de un ser
aniqui—Jado por su propia obra.
—¡Ya he terminado el nuevo regulador! —explicó
Ironsmith con voz sonora—. ¡Pronto Claypool quedará
cercado y dejará de ser un peligro!
Claypool se estremeció. En sus ojos hundidos
apareció una mirada de odio profundo, y una luz
terrible se reflejó en su mirada. La niña comprendió
que iba a golpear, y cerró los ojos.
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