Page 177 - Los Humanoides - Jack Willianson
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Pero  nada  pasó.  El  astrónomo  había  paseado  su


            mirada  del  rostro  de  su  enemigo  al  de  la  joven  que

            amorosamente se le colgara del brazo reconociéndola,

            pese a sus cabellos rojizos y tez bronceada.


                    —¡Ruth! —murmuró—. ¡Oh, no, Ruth!


                    La  niña  lo  observó  con  sus  grandes  ojos


            interrogantes.


                    —¡Esa  era...  mi  esposa!  —le  explicó  él  con  voz

            quebrada.



                    Luego,  olvidado  de  todo,  se  adelantó  y  echó  a

            andar  hacia  la  puerta  del  museo,  donde  estaban

            parados Ruth, Ironsmith y el anciano.


                    —¡Ruth! —gritó roncamente—. ¡Apártate de él!


                    Los tres se volvieron para mirarlo, y en sus ojos se


            advirtió algo parecido a la piedad.


                    —¡Webb¡  —exclamó  ella,  sorprendida—.  ¿Qué...

            qué haces aquí?



                    Aurora  había  seguido  al  astrónomo,  pequeña  y

            atemorizada.


                    —Te diré qué he venido a hacer —gritó Claypool

            vehementemente—. Vine a matar a Ironsmith, por su


            traición a la raza humana ¡Con los demás puedo pactar,

            pero él morirá! ¡Miren esa roca!










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