Page 26 - Los Humanoides - Jack Willianson
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—¡No se enoje, señor! —exclamó—. Nadie me dejó
pasar...
Claypool había visto hasta en sus pesadillas los
rostros de los espías de la Confederación Triplanetaria;
pero esa temblorosa y enclenque criatura de grandes
ojos transparentes no parecía haber ido a asesinarlo.
Con un esfuerzo trató de suavizar su voz indignada.
—¿Entonces cómo entraste?
—El señor White me envió a verlo —tímidamente
la niña extendió la tarjeta que oprimía en el interior del
bolsillo—. Con esto...
Claypool pateó las nauseabundas flores que
cayeron al suelo, estornudando por el polen, y tomó la
tarjeta. Tembloroso por su propia alarma, leyó las
letras azules que la cubrían. A. WHITE, filósofo.
Bajo el nombre, escrito con caracteres recios y atre‐
vidos, había un mensaje breve y perturbador:
ʺEstimado Claypool: Compartimos su preocupación por
la seguridad de estos desdichados planetas. Necesitamos su
ayuda. Tenemos información vital y aterradora para
proporcionarle; Venga al viejo faro de la Roca del Dragón,
solo o acompañado por Frank Ironsmith. Pero por nadie más.
No confiamos en nadie más. (firmado) White.ʺ
Los pies descalzos de la criatura resonaron sobre el
piso de hormigón. Claypool alzó la mirada a tiempo
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