Page 30 - Los Humanoides - Jack Willianson
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—¡Un  memento!  —lo  interrumpió  Claypool,


            sacando del bolsillo la tarjeta gris y exhibiéndola. Los

            dos hombres la estudiaron y la sospecha desapareció

            de los ojos de Armstrong.


                    —Lo siento, doctor...


                    —No  puedo  culparlo  —repuso  el  astrónomo


            débilmente—.  Ahora  podemos  estudiar  el  problema,

            ¿eh?


                    Los tres descendieron a la bóveda de hormigón y


            no  hallaron  a  ningún  intruso.  Los  largos  proyectiles

            seguían  en  sus  nichos.  Pero  Claypool  recogió


            triunfante las flores amarillas y las mostró.


                    Luego volvió a estornudar.


                    —¿Qué  tiene  que  ver  con  el  asunto  el  perito

            matemático? —inquirió Dodge.


                    —Habrá que averiguarlo.


                    Webb  Claypool  tomó  el  teléfono  y  llamó  a


            Ironsmith,  diciéndole  que  lo  esperaba  en  la  puerta

            exterior del edificio.


                    Ironsmith  llegó  pedaleando  su  bicicleta  y


            masticando chicle. Sonriendo saludó a Claypool, pero

            al ver el rostro tenso de los técnicos se puso serio. El

            astrónomo por su parte lo recibió con una pregunta a


            quemarropa.


                    —¿Qué pasa con esa criatura?



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