Page 115 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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encendida y la tetera al fuego, hirviendo. Me hice


              una  infusión  del  bote  de  flores  de  verano,  unas


              hojas  que  secaba  yo  mismo  (fresas  silvestres,


              frambuesa negra, menta), y me senté en Valdez,


              el sillón reclinable que había sacado del cuarto de


              la  tele  de  una  de  las  mansiones.  Le  puse  ese


              nombre por el petrolero de la Exxon que encalló y


              vertió la carga en Alaska.




                     Era un sillón doble, supongo que para marido



              y  mujer,  pero  ahora  era  para  mí  y  para  Jasper.


              Tenía  una  palanca  en  cada  lado  y  estaba


              tapizado con piel de becerro de la mejor calidad.


              Era  muy  suave.  En  el  lado  de  Jasper  puse  una


              reliquia            familiar,            una           colcha            de         retales


              estampados en azules y amarillos con un motivo


              repetido,  una  cabaña  de  troncos  hecha  con



              cuadrados  y  triángulos  de  tejido  estampado,


              todas  distintas  pero  con  el  mismo  remolino  de


              humo  saliendo  de  la  chimenea,  y  dibujos  de


              cachemir,  de  lunares  o  ribeteados  de  color,


              creando  la  impresión  de  una  pintoresca  aldea


              distribuida  uniformemente  por  un  paisaje  de


              campos  geométricos  y  planteles  floridos  a  esa


              hora  en  la  que  todo  el  mundo  se  ha  metido  en


              casa  y  disfruta  del  calor  del  fuego.  Igual  que








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