Page 111 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Barrí con la mirada la sala llena de catres en


              busca de un médico o un celador, con la agónica


              esperanza  de  que  alguien  me  lo  impidiera,  pero


              casi  todos  estaban  también  enfermos  o


              empezando  a  vomitar  y  a  toser;  en  aquella


              especie  de  círculo  del  infierno  no  había  nadie.


              Solo  el  hedor  y  el  clamor  de  la  tos  y  la


              enfermedad.




                     Me arañó la mano sin apartar los ojos de mi



              cara.



                     Le  levanté  la  cabeza  de  la  almohada  con



              cuidado  y  la  volví  a  dejar  sobre  las  sábanas


              sucias  y  cogí  la  almohada  y  dije  te  quiero.  Más


              que a nada en todo el universo. Y me sostuvo la


              mirada  y  no  dijo  ni  una  palabra  y  yo  le  cubrí  la


              cara  con  la  almohada  y  la  apreté.  Asfixié  a  mi


              propia mujer.




                     Jadeó  dos  veces,  se  resistió,  me  arañó  un


              poco,  se  quedó  quieta.  El  clamor  de  la  sala  no


              cesó, los gemidos y las toses no cesaron.




                     Yo la quería.




                     Con eso tengo que cargar.




                      Levanto la cabeza de la almohada.







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