Page 242 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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No podemos dejar que le dé otra conmoción


              cerebral a Hig, se queda demasiado atontado.




                     Se  enderezó  y  me  miró  con  los  ojos


              entornados mientras yo trataba de no fijarme en


              las  nudistas  homicidas.  Una  cosa  rara:  en  una


              mesita  de  café,  al  lado  del  sofá  de  piel  que


              Bangley había decidido conservar, tenía una foto


              enmarcada de la familia que antes vivía allí y que


              habrían  sacado,  probablemente,  durante  unas



              vacaciones de esquí. Tres críos rubios con casco


              y anorak junto a sus padres, que sujetaban unos


              esquís  y  lucían  una  sonrisa  de  oreja  a  oreja  y


              unos  dientes  tan  blancos  como  las  cumbres


              nevadas de la cordillera que les servía de fondo.


              En la cima de una de las montañas de Vail o por


              ahí.  Nunca  le  pregunté  por  ella.  Me  daba  en  la



              nariz que no se trataba de un simple recordatorio


              del amor filial que en tiempos inundó la casa, sino


              más bien una especie de revancha de Bangley en


              plan: Mirad, pijos de mierda, lo teníais todo, ¿pero


              ahora  quién  está  en  vuestro  salón,  fuerte  como


              un toro y mejorando su armamento para defender


              la plaza que vosotros no pudisteis salvar?




                     Es solo una hipótesis.










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