Page 349 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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okupa con malas artes en una negociación
horrorosa de la que casi no me acordaba, y podía
o bien quedarme allí a modo de confirmación,
para confirmar aquella especie de pesadilla, o
bien seguir andando y renunciar a todo lo que
había querido, todo lo que había amado hasta
ese momento tan atroz, y me quedaba en medio
del campo incapaz de decidirme a entrar o pasar
de largo, y entonces me desperté sollozando.
No se me ocurría entrar por la fuerza y
recuperar mi casa.
Tantas y tantas opciones que no vemos. En
cada momento.
Estaba tendido en la hamaca y extrañamente
no había sollozos en ese mundo irreal, las
lágrimas no me habían mojado el cuello, solo
estaban las hojas del álamo que se movían y
giraban encima de mí y el arroyo que fluía a mi
lado. Podías despertarte de una pesadilla para
entrar en la siguiente y en la siguiente sin comer
nunca ni mear y morirte de sed.
Cuando abrí los ojos ella estaba trabajando en
el huerto. La veía a través de los árboles de la
orilla, agachada, quizá arrancando las malas
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