Page 353 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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hamaca bajo las hojas, como un techo susurrante


              que  movía  las  estrellas  y  les  prestaba  voz.  La


              primera noche me dolió la espalda pero luego ya


              no.  El  tercer  día  trepé  por  la  escalera  del  árbol


              con mi fusil y volví con un ciervo grande. Lo traje


              a rastras y lo bajé con una cuerda por el borde de


              la cascada y esa noche comimos el corazón y el


              hígado.




                     Al  día  siguiente  hice  lo  mismo.  No  nos



              molestamos  en  colgar  los  cuartos:  dejamos  la


              carne sobre la mesa de tablones y la cortamos en


              tiras  para  hacer  cecina.  Trabajamos  rápido,  sin


              palabras. Tenían sal. Un barril de setenta y cinco


              litros que se habían traído. Metimos la carne en


              cubos  de  salmuera.  Él  se  las  sabía  todas,  pero


              por supuesto no se lo dije.




                     Es  curioso  cómo  puedes  pasarte  la  vida


              esperando sin saberlo.




                     Me  iba  hablando  mientras  sacaba  de  un



              cuenco  un  puñado  de  vainas  de  guisantes.


              Estábamos sentados a la mesa, a la sombra de


              los árboles.




                     Esperando a que empiece la vida de verdad.


              Quizá  lo  más  real  sea  el  final.  Te  das  cuenta






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