Page 354 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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cuando ya es demasiado tarde. Ahora sé que lo


              quería más que a nada en este mundo o fuera de


              él. Más que a Dios, al de mi liturgia episcopal.




                     Mientras  hablaba  iba  desvainando  los


              guisantes tempranos con el pelo sobre la cara y


              las  manos  moteadas  con  manchas  moradas  de


              sangre.  Movía  las  puntas  de  los  dedos  con


              cautela,  como  si  le  dolieran.  Las  vainas  más


              duras las desgranaba con los nudillos del índice y



              el pulgar.



                     Se              murió                 llamándome,                          mirando



              desesperadamente  por  toda  la  sala  del  hospital,


              gritando  mi  nombre.  Confundido.  Muy  pronto,


              antes  de  que  se  cayeran  todas  las  redes,  antes


              de que supiéramos lo que era. Me llamó Joel, el


              médico que dirigía el ala y que era amigo mío. Mi


              madre se estaba muriendo y era demasiado tarde


              para  volver  a  Nueva  York  en  avión,  y  decidí



              quedarme con ella y con mi padre. Joel me dijo


              que incineraría a Tomas y guardaría las cenizas.


              Se lo agradecí mucho. Estaba claro que mi madre


              se moría. Pasadas una o dos semanas volvería a


              casa y me acercaría hasta el norte del estado con


              el  coche,  hasta  John’s  Brook,  un  arroyo  de  las


              montañas  de  Keene  Valley,  y  esparciría  las






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