Page 381 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
P. 381
un rápido tirón, una detrás de otra. La hembra de
peregrino se deslizaba a lo largo del muro y se
dejaba caer, nivelándose justo a la altura de las
copas de los árboles, sobre el arroyo. Creo que
me estaba observando, curiosa. ¿Los peregrinos
comen peces? Las carpas eran largas y delgadas
y me di cuenta, con un ramalazo de tristeza, de
que estaban famélicas. El cambio de temperatura
del agua también las afectaba, a ellas o a su
alimento. Les quité el anzuelo con especial
cuidado, el cuidado que siempre les había
reservado a las truchas, y las sujeté con suavidad
mientras me aleteaban en el hueco de las manos
hasta que se les llenaban las agallas y se
fortalecían los movimientos de la cola y se
escabullían corriente arriba. Lo dejé, se me
habían quitado las ganas de pescar.
Ya no quedan truchas, ni alces, ni tigres, ni
elefantes, ni matalotes. Si alguna vez me
despierto llorando de un sueño, y no digo que me
pase, es porque ya ni siquiera quedan carpas.
Me figuraba cómo sería la conversación.
Puedo llevarme a tu hija y diez kilos de cecina,
pero a ti no.
381

