Page 439 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Solté un resoplido, una risa sorda sin alegría.
¿De verdad te apetece? No me lo creo.
Asintió, tenía la cabeza en mi pecho.
Está bien. Exhalé con fuerza. El deber me
llama.
Lo hice. La besé entre los pechos, en el
ombligo diminuto, los prominentes huesos de la
pelvis, la concavidad del vientre, la tupida mata
de rizos, los pequeños labios, la suave pepita,
aspiré su aroma y me puse manos a la obra.
Como quien hace su trabajo, preguntándose qué
es lo que funciona, qué es lo más eficaz.
Durante un rato fue así. Y luego empezó a
levantar las caderas y a retorcerse al contacto de
mis labios y de mi lengua y a jadear. Y luego
gimió, y entonces me puse a animar, a jalear con
dientes, labios, lengua. Tiraba y soltaba, la hacía
volar como una cometa, tenía esa sensación, y
luego me olvidé de todas mis idioteces y la
cometa volaba muy muy alto y tiré con más
fuerza y la sangre volvía a fluir y ella se corría.
Estaba arqueada, corriéndose, y yo estaba dentro
de ella y ella se me abrazaba, me arañaba la
espalda. Me di cuenta de que debía de hacerle
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