Page 444 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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hasta el final del campo, confundidas. La tristeza
de nuestro mundo subyace a todo como una
corriente subterránea. Volvimos a dejar los
corderos en el suelo. Al volver a sentir la tierra
bajo las patas se quedaron tiesos, examinando la
vida desde esta nueva altura. Y nos siguieron a
trompicones.
Andar con un cordero atado no tiene nada que
ver con llevar a un perro con una correa. Era una
conversación constante, una discusión. Un tira y
afloja con sus concesiones, sus capitulaciones
repentinas, su tozuda obstinación. Ellos se
resistían, nosotros tirábamos. Nos adelantaban
brincando y corríamos tras ellos para no
perderlos. Era imposible no reírse. Era la mejor
forma de abstraerse de nuestras emociones, de
todo lo que significaba abandonar aquel lugar. Al
final cogí a mi cordero y lo llevé a cuestas.
Una vez en la Bestia, Cima les amarró las
patas como una auténtica experta y los
acomodamos entre el equipaje, detrás de los
asientos. Subimos al avión, nos pasamos los
arneses de seguridad por los hombros y nos
abrochamos las hebillas de acero a la cintura. Le
di la carpeta con las listas de verificación.
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