Page 39 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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paseando por un prado con su hijo e hija trotando a su
alrededor. Algunos bebés dinosaurios. Una caverna al
lado de una colina, con signos prometedores de más
encantamientos. Un camino que serpenteaba por otra
colina hacia un castillo en ruinas.
Los adultos en su mayoría permanecieron a bordo de
las naves aéreas y les dieron a los niños unos minutos
para desahogarse, aunque podía verse a lord Finkle‐
McGraw caminando hacia la Atlantis, golpeando
curioso el suelo con el bastón, como para asegurarse que
era digno de ser pisado por pies reales.
Un hombre y una mujer bajaron la pasarela de la
Atlantis: con un vestido floral que exploraba la difusa
frontera entre la modestia y el confort estival,
acompañado de un parasol a juego, la Reina Victoria II de
Atlantis. Con un elegante traje beige, su marido, el
Príncipe Consorte, cuyo nombre era, lamentablemente,
Joe. Joe, o Joseph como se le llamaba en circunstancias
oficiales, bajó primero, moviéndose con el ritmo algo
pomposo de un‐paso‐pequeño‐para‐un‐hombre, luego se
volvió hacia Su Majestad y le ofreció la mano, que ella
aceptó graciosa pero ligeramente, como si quisiese
recordar a todo el mundo que había sido alumna de
Oxford y que había quemado la tensión de los estudios
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