Page 48 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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un punto de vista compartido implícitamente por casi

              todo  el  mundo  pero,  en  aquellos  días,  rara  vez

              manifestado.




                  Finkle‐McGraw  dejó  la  universidad  sin  un  título  y

              volvió  a  la  granja,  que  dirigió  durante  unos  años


              mientras sus padres se preocupaban del cáncer de mama

              de  su  madre.  Después  de  su  muerte,  se  mudó  a


              Minneapolis  y  aceptó  un  trabajo  en  una  compañía

              fundada por uno de sus antiguos profesores, fabricando

              microscopios de efecto túnel, que en aquella época eran


              dispositivos  novedosos  capaces  de  ver  y  manipular

              átomos  individuales.  En  aquella  época  el  campo  era


              incierto, los clientes solían ser grandes instituciones de

              investigación  y  las  aplicaciones  prácticas  parecían

              lejanas.  Pero  era  perfecto  para  un  hombre  que  quería


              estudiar nanotecnología, y McGraw empezó a hacerlo,

              trabajando  de  noche  en  su  tiempo  libre.  Dada  su

              diligencia,  su  confianza  en  sí  mismo,  su  inteligencia


              («adaptable, implacable, pero no realmente brillante») y

              la comprensión básica de los negocios que había adquiri‐

              do en la granja, era inevitable que se convirtiese en uno


              de  los  pocos  cientos  de  pioneros  de  la  revolución

              nanotecnológica;  que  su  propia  compañía,  que  había


              fundado cinco años después de mudarse a Minneapolis,

              sobreviviese lo suficiente para ser absorbida por Apthorp;


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