Page 85 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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sitio y en parte porque, si no lo hacía, podían obligarle

               por  control  remoto.  Le  podían  haber  dicho  que  se

               dirigiese directamente al juzgado y que se sentase y lo


               hubiese hecho, pero por razones ceremoniales enviaban

               un policía para escoltarle.




                 La sala de justicia era una habitación de techo alto en

              uno  de  los  viejos  edificios  a  lo  largo  del  Bund,  sin


              decoración  ostentosa.  A  un  lado  había  una  plataforma

              elevada, y sobre ella una vieja mesa plegable con una tela

              roja por encima. La tela roja tenía un diseño realizado con


              fibras doradas: un unicornio o un dragón o una mierda

              similar. Bud tenía problemas para distinguir las bestias


              mitológicas.



                 El juez entró y fue presentado como el juez Fang por el


              mayor de sus dos asistentes: un chino enorme de cabeza

              redonda  que  olía  asquerosamente  a  cigarrillos

              mentolados. El condestable que había escoltado a Bud a


              la sala señaló al suelo, y Bud, entendiéndolo, se echó de

              rodillas y lo tocó con la frente.




                 El  otro  asistente  del  juez  era  una  pequeña  mujer

              asiática americana con gafas. Ya casi nadie usaba gafas


              para corregir la visión, y, por tanto, era fácil suponer que

              era algún tipo de fantascopio, que le permitía ver cosas


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