Page 84 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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en una tabla muy corta

                  Bud había pasado los últimos días al aire libre, en una

               prisión en el putrefacto delta del Chang Jiang (como lo


               llamaban  la  mayoría  de  sus  miles  de  compañeros)  o,

               como  lo  llamaba  Bud,  el  Yangtsé.  Las  paredes  de  la

               prisión  eran  líneas  de  estacas  de  bambú,  separadas  a


               intervalos de unos pocos metros, con tiras de plástico

               naranja agitándose en la parte alta. Habían montado un


               dispositivo  más  en  los  huesos  de  Bud,  y  sabía  dónde

               estaban esos límites. De vez en cuando podía verse un

               cadáver al otro lado de la línea, el cuerpo roto por las


               marcas  de  los  ralladores.  Bud  los  había  considerado

               suicidios hasta que vio un linchamiento: un prisionero


               que se creía había robado el zapato de otro fue levantado

               por una multitud y pasado de mano en mano como un

               cantante de rock, mientras aquél intentaba agarrar algo


               durante  todo  el  proceso.  Cuando  alcanzó  la  línea  de

               postes  de  bambú,  le  dieron  un  último  empujón  y  fue

               arrojado;  su  cuerpo  explotó  literalmente  cuando


               atravesó el plano invisible del perímetro.



                  Pero la omnipresente amenaza del linchamiento era


               una irritación menor comparada con los mosquitos. Así

               que cuando Bud oyó una voz en su oído que le decía que


               se presentase en la esquina nordeste del complejo, no

               perdió el tiempo; en parte porque quería irse de aquel


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