Page 162 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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un marciano y se ganase su confianza, si ese ser humano
tuviera la oportunidad de un largo contacto con un mar‐
ciano dado.
Pero ningún marciano era dado, en ese sentido. Al rato, a
la hora, o como mucho al cabo de un día, aquel hombre de
buena voluntad se hallaba volviendo a empezar con otro
marciano distinto. En realidad, las personas que trataban
de mostrarse amables con ellos se encontraban cambiando
de marcianos con más frecuencia que aquellos que los mal‐
decían a cada momento. Las personas amables les abu‐
rrían. Los conflictos y las discusiones eran su pasión; ado‐
raban las peleas.
Muchos de los psicólogos preferían trabajar en pequeños
grupos, en secciones. Especialmente aquellos que, como
miembros del Frente Psicológico, estudiaban o trataban de
estudiar la sicología de los marcianos. Hasta cierto punto
es una ventaja el tener marcianos cerca cuando uno los es‐
tudia o habla de sus peculiaridades.
Era a una de esas secciones, un grupo de seis científicos,
a la que pertenecía el doctor Snyder. Aquella misma tarde
iban a celebrar una reunión. Puso papel en la máquina de
escribir; sus notas ya estaban preparadas. Hubiera querido
presentar un informe oral; le gustaba hablar, mientras que
el tener que mecanografiar su informe le resultaba odioso.
Pero siempre existía la posibilidad de que la interferencia
de los marcianos hiciera imposible un discurso coherente y
obligase a que el informe fuese dado a conocer en su forma
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