Page 18 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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¿Probaría  algo  el  que  la  viese?,  se  preguntó.  Si  veía  al


          marciano, ¿por qué no podía llegar su alucinación hasta ver


          su nave espacial?


            Pero  no  había  ninguna  aeronave  imaginaria  o  real.  La



          luna  brillaba  alegremente  y  el  terreno  era  liso  como  la


          palma de la mano; Podía ver a gran distancia. Dio la vuelta


          a la cabaña y alrededor de su coche, aparcado a espaldas


          de la casita, a fin de poder ver en todas direcciones. Nin‐


          guna nave espacial.


            Regresó al interior, se puso cómodo y bebió una generosa


          parte del contenido del vaso. Luego apuntó al marciano


          con un dedo acusador.


            –No hay ninguna nave espacial –dijo.



            –Desde luego que no.


            –Entonces, ¿cómo llegaste aquí?


            –Maldito si te importa, pero te lo diré. Kwimmé.


            –¿Qué quieres decir?


            –Sólo esto –dijo el marciano.


            Y desapareció de la silla. La palabra «sólo» llegó desde la


          silla y la palabra «esto» desde detrás de Luke.



            Éste se volvió con rapidez. El marciano estaba sentado en


          el borde de la cocina de gas.


            –¡Dios mío –dijo Luke– teleportación!


            El marciano desapareció de nuevo. Luke se volvió y lo


          encontró otra vez sentado en la silla.


            –No es teleportación –dijo el marciano–. Se necesitan apa‐


          ratos para teleportarse. Para kwimmar basta la mente. El








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