Page 1006 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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salva.
Delante de ella apareció la grasienta oscuridad de la
cada vez más próxima pared del dique. Pengefinchess
frenó su marcha. Flotó un momento en las aguas y le
dio un pequeño empujón al cable, lo suficientemente
fuerte como para hacerlo subir a la superficie. Entonces
vaciló un momento y empezó a ascender dando
patadas. Indicó al vodyanoi macho que la siguiera y
nadó a través de las tinieblas en dirección a la
fracturada luminosidad que señalaba la superficie del
Alquitrán, donde un millar de rayos de sol se filtraban
en todas direcciones a través del pequeño oleaje.
Salieron a la superficie al mismo tiempo y
recorrieron los escasos metros que los separaban del
muro del dique.
Había anillos de hierro oxidado clavados en los
ladrillos, formando una especie de tosca escalerilla
hasta el paseo fluvial que discurría por encima de ellos.
El sonido de los carruajes y los transeúntes flotaba a su
alrededor.
Pengefinchess se ajustó ligeramente el arco sobre el
hombro para estar más cómoda. Miró al hosco macho
y le habló en lubbock, el lenguaje polisilábico y gutural
que compartía la mayoría de los vodyanoi orientales.
Él hablaba un dialecto urbano, contaminado por el
ragamol de los humanos, pero a pesar de todo podían
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