Page 1011 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Hombres y mujeres vestidos con mugrientos monos
se desperdigaban desde el vertedero del Meandro
Griss.
Marchaban a pie y en carros, en pequeños grupos de
cuatro o cinco. Se movían lentamente, sin llamar la
atención. Aquellos que iban a pie cargaban grandes
ringleras de cable sobre los hombros, o enrolladas
alrededor de su cuerpo y del de un colega. En las partes
traseras de los carros, los hombres y las mujeres
transportaban enormes rollos de cable deshilachado.
Se dirigían a la ciudad a intervalos irregulares, cada
dos o más horas, espaciando su salida según un plan
desarrollado por el Consejo de los Constructos. Estaba
calculado para ser fortuito.
Un pequeño carromato tirado por caballos y
conducido por cuatro hombres se puso en marcha, se
sumó al traficó junto al Puente Celosia y se dirigió por
las sinuosas calles en dirección a Hogar de Esputo.
Avanzaba sin prisa y torció para entrar en el amplio
Bulevar San Dragonne, flanqueado por vainillas. Se
balanceaba con un traqueteo sordo sobre los tablones
de madera que cubrían la calle: el legado del excéntrico
alcalde Waldemyr, a quien disgustaba la cacofonía que
levantaban las ruedas de los carromatos contra los
adoquines de piedra al pasar bajo su ventana.
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