Page 136 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Pudo ver a Isaac pasar una moneda cuidadosamente

            por debajo de la mesa, recibiendo un sobre en blanco a

            cambio. Sin duda alguna, se trataba del último número


            del  Renegado  Rampante,  el  noticiario  ilegal  y  radical

            para el que escribía Derkhan.

                Más allá de un nebuloso disgusto hacia la milicia y el


            gobierno, Lin no se interesaba en política. Se recostó y

            contempló las estrellas a través de la bruma violeta de


            la  lámpara  suspendida.  Pensó  en  la  última  vez  que

            había  ido  a  una  feria:  recordaba  el  demente

            palimpsesto  de  olores,  los  silbidos  y  chirridos,  las


            competiciones  amañadas  y  los  premios  baratos,  los

            animales  exóticos  y  los  vestidos  brillantes,  todo  ello


            empaquetado  en  un  recipiente  sucio,  vibrante,

            emocionante.

                La feria era el lugar en el que las reglas normales se


            olvidaban por un tiempo, donde los banqueros y los

            ladrones  se  mezclaban  para  escandalizarse  y

            entusiasmarse. Aun las hermanas menos extravagantes


            de Lin podían acudir.

                Uno de sus primeros recuerdos era el de colarse entre

            las hileras de tiendas llamativas para acercarse a una


            atracción  aterradora,  peligrosa  y  multicolor,  una

            especie de gigantesca rueda en la Feria de Hiél, hacía


            veinte  años.  Alguien  (nunca  supo  quién,  alguna

            viandante  khepri,  un  puestero  indulgente)  le  había




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