Page 139 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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La muchedumbre era un estofado móvil de
vodyanoi, cactos, khepri y otras especies más raras:
hotchi, trancos, zancudos y otras razas cuyos nombres
Isaac no conocía.
A pocos metros fuera de la feria, la oscuridad de la
hierba y los árboles era absoluta. Las zarzas y matojos
quedaban rodeados por trozos de papel rasgado,
olvidado y enmarañado por el viento. Las sendas se
entrelazaban por todo el parque, conduciendo a lagos,
macizos de flores y áreas de maleza desatendida, así
como a las viejas ruinas monásticas en el centro de
aquel inmenso campo.
Lin y Cornfed, Isaac y Derkhan y todos los otros
paseaban por las enormes atracciones de acero
roblonado, de hierro pintado de colores chillones y
luces siseantes. Sobre sus cabezas se producían
chillidos de emoción procedentes de los diminutos
coches colgados de escuálidas cadenas. Cien maníacas
y alegres melodías distintas se mezclaban procedentes
de cien motores y órganos, una molesta cacofonía que
flotaba a su alrededor.
Alex masticaba nueces caramelizadas; Bellagin,
carne en salazón; Brote en los Muslos había comprado
pulpa acuosa, deliciosa para los cactos. Se tiraban
comida los unos a los otros, tratando de capturarla al
aire con la boca.
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