Page 300 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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cerrando la puerta tras él con un rápido gesto. Isaac oyó
sus risas mal disimuladas mientras se alejaba
cloqueando en la oscuridad.
¡Por la cola del diablo!, pensó. Odio negociar con
drogadictos. Menudo montón de mierda... Negó con la
cabeza y regresó a la jaula del ciempiés.
El gusano ya había comenzado con la segunda bola
de la droga pegajosa. Imprevisibles y pequeñas ondas
de felicidad entomóloga se derramaban por la mente
de Isaac. La sensación era desagradable. Se retiró.
Mientras observaba, el gusano dejó de comer y se
limpió con delicadeza el residuo pegajoso. Después
volvió a empezar, manchándose de nuevo para
comenzar el ciclo.
—Pequeño cabrón, ¿te gusta, eh? —musitó—. ¿Está
bueno, eh? ¿Te gusta? Hmm, estupendo.
Se acercó a la mesa y recogió su propia cena. Se giró
para observar aquella pequeña forma multicolor
agitándose, mientras daba un bocado al rollito; torció
el gesto ante el pan, un poco pasado, y la ensalada
mustia. Al menos el chocolate era bueno.
Se limpió la boca y regresó a la jaula del gusano,
preparándose para las peculiares oleadas empáticas. Se
acuclilló y observó a la famélica criatura devorando.
Era difícil asegurarlo, pero pensó que sus colores ya
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