Page 318 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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de girarse y llamar con los nudillos, abrir la puerta y

            entrar.

                — ¿Qué cree usted...? —gritó el hombre detrás del


            escritorio, antes de detenerse de golpe al reconocer a

            Isaac—.  Ah  —  dijo  tras  un  largo  silencio—.  Por

            supuesto, Isaac. Siéntate.


                Isaac obedeció.

                Montague  Vermishank  estaba  dando  cuenta  de  su


            almuerzo,  con  el  rostro  macilento  y  los  hombros

            inclinados  sobre  la  enorme  mesa.  Tras  él  había  una

            pequeña ventana. Isaac sabía que daba al exterior, a las


            amplias  avenidas  y  las  grandes  casas  de  Mafatón  y

            Chnum, pero la luz quedaba ahogada por una pesada


            cortina.

                Vermishank no era obeso, pero estaba cubierto por

            completo por una capa de exceso, un pellejo de carne


            muerta, como un cadáver. Vestía un traje demasiado

            pequeño  para  él,  y  su  necrótica  piel  blanquecina

            rezumaba  bajo  las  mangas.  El  cabello  fino  estaba


            peinado y arreglado con neurótico fervor. Bebía una

            crema  grumosa,  en  la  que  mojaba  pan  de  vez  en

            cuando;  chupaba  la  masa  resultante  sin  morderla,


            preocupado por que el pan babeado y rezumante de

            amarillo  no  cayera  sobre  el  escritorio.  Sus  ojos


            incoloros se clavaron en Isaac.

                Este lo observó inquieto y se sintió agradecido por su




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