Page 338 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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resultante  era  breve  y  sangrienta,  y  servía  de  alivio

            cómico para los profesionales.

                El deporte en Cadnebar se regía por la moda. En los


            últimos  días  de  la  primavera,  gustaban  los

            enfrentamientos entre equipos de dos rehechos y tres

            hermanas guardianas khepri. Las unidades de khepri


            eran  atraídas  desde  Kinken  y  Ensenada  con

            impresionantes premios. Llevaban practicando juntas


            durante  años,  ya  que  eran  grupos  de  tres  guerreras

            religiosas  adiestradas  para  emular  a  las  diosas

            guardianas  khepri,  las  Hermanas  Guerreras.  Como


            ellas, una combatía con red de garfios y lanza, otra con

            ballesta y pedernal y otra con el arma khepri que los


            humanos habían bautizado como aguijón.

                A  medida  que  el  verano  comenzaba  a  llegar  al

            resguardo de la primavera, las apuestas se hacían cada


            vez mayores. A kilómetros de distancia, en la Perrera,

            Benjamín Flex reflexionaba hosco sobre el hecho de que

            el Cera de Cadnebar, el órgano ilegal del negocio de las


            peleas, tenía una tirada cinco veces superior a la del

            Renegado Rampante.




                El Asesino Ojospía dejó otra víctima mutilada en las

            alcantarillas,  descubierta  por  los  mendigos.  Colgaba


            como alguien arrojado al Alquitrán desde una de las

            tuberías de desagüe.




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