Page 337 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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donde la gente luchaba como animales por deporte.

                Excepto, por supuesto, en Cadnebar.

                Podría  haber  sido  ilegal,  pero  nadie  recordaba


            ningún registro de la milicia en aquel establecimiento.

            Muchos patrocinadores de los principales establos eran

            parlamentarios,  industriales  y  banqueros,  cuya


            intercesión sin duda mantenía en un mínimo el interés

            oficial. Había otras salas de lucha, por supuesto, que


            doblaban  para  peleas  de  gallos  o  de  ratas,  donde  se

            podía celebrar un combate entre osos o tejones en un

            extremo,  lucha  entre  serpientes  en  otro,  con  los


            gladiadores  en  el  medio.  Pero  Cadnebar  era

            legendario.


                Cada  noche,  la  diversión  comenzaba  con  un

            espectáculo abierto, una comedia para los habituales.

            Montones de jóvenes, estúpidos y palurdos chicos de


            granja, los tipos más duros de sus aldeas, que habían

            viajado durante días desde la Espiral de Grano o las

            Colinas  Mendicantes  para  labrarse  un  nombre  en  la


            ciudad,  mostraban  sus  prodigiosos  músculos  a  los

            selectores.  Dos  o  tres  eran  elegidos  y  arrojados  a  la

            arena principal ante la rugiente muchedumbre, donde


            se les entregaban unos machetes. Cuando ya estaban

            confiados  era  cuando  se  abría  la  compuerta  y


            empalidecían  al  enfrentarse  a  un  enorme  gladiador

            rehecho o un impávido guerrero cacto. La carnicería




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