Page 346 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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abandonar la zona para el ocaso, porque muy cerca de

            allí estaba Kinken, donde se encontraba a salvo.

                A salvo, que no feliz.


                Recorría  las  calles  de  Kinken  con  una  especie  de

            excitación  estomagante.  Durante  muchos  años,  sus

            viajes  a  la  zona  habían  sido  breves  excursiones  para


            obtener  bayas  de  color  y  pasta,  o  quizá  la  ocasional

            golosina khepri. Ahora sus visitas eran puertas abiertas


            a recuerdos que creía borrados.

                Los  edificios  rezumaban  la  mucosa  blanca  de  los

            gusanos caseros. Algunos estaban totalmente cubiertos


            por  aquella  pasta  espesa,  que  se  extendía  por  los

            tejados  conectando  los  distintos  edificios  en  una


            grumosa totalidad coagulada. Podía ver a través de las

            puertas            y       ventanas:             las       paredes            y       suelos

            proporcionados por los arquitectos humanos se habían


            roto  en  algunas  zonas,  lo  que  los  gusanos  caseros

            arreglaban  rezumando  su  flema  desde  el  abdomen,

            recorriendo  a  bocados  el  interior  en  ruinas  de  los


            edificios sobre sus pequeñas patas.

                En ocasiones, Lin alcanzaba a ver un espécimen vivo

            tomado  de  las  granjas  junto  al  río,  desarrollando  la


            reconstrucción  de  un  edificio  para  formar  los

            intrincados               y      retorcidos              pasadizos              orgánicos


            preferidos por casi todas las khepri. Aquellos enormes

            y  estúpidos  escarabajos,  más  grandes  que  un




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