Page 347 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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rinoceronte, respondían a los chasquidos y tirones de
sus cuidadores, abriéndose paso a través de las casas,
remodelando estancias con una cobertura de rápido
secado que suavizaba las aristas y conectaba las
cámaras, edificios y calles con lo que parecían, desde
dentro, gigantescas madrigueras de gusano.
A veces Lin se sentaba en uno de los diminutos
parques de Kinken. Se quedaba quieta entre los árboles
de lento florecer y observaba a las suyas a su alrededor.
Miraba por encima de la copa de los árboles, a los
costados de los edificios más altos. Una vez vio a una
joven humana asomarse por una ventana abierta en lo
alto de un muro manchado de hormigón, en la fachada
trasera del edificio. Veía a la muchacha observando
plácida a sus vecinas khepri, mientras la colada de su
familia ondeaba al viento, tendida de una pértiga a su
lado. Una extraña forma de crecer, pensó Lin, imaginando
a la chica rodeada de criaturas silenciosas con cabeza
de insecto, algo tan extraño como si ella misma hubiera
crecido entre los vodyanoi... Pero aquel pensamiento la
llevó incómoda en dirección a su propia niñez.
Por supuesto, su viaje hacia aquellas calles
despreciables era un regreso a la ciudad de sus
recuerdos. Eso lo sabía. Se preparaba para recordar.
Kinken había sido su primer refugio. En aquella
extraña época de aislamiento, donde aplaudía los
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