Page 72 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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observaban.

                —Tiene los mismos tendones en el cuello que una

            mujer humana. Comparte la depresión en la base de la


            garganta que tanto aman los poetas. Su piel tiene una

            sombra  rojiza  que  la  señalaría  como  inusual,  eso  es

            cierto, pero podría seguir pasando por humana. Sigo


            ese  hermoso  cuello  humano  hacia  arriba...  No  dudo

            que usted no aceptaría la descripción «humano», pero


            sea  indulgente  unos  instantes.  Sigo  ese  cuello  y  ahí

            está... hay un momento... hay una estrecha zona en la

            que la suave piel humana se funde con la pálida crema


            segmentada bajo su cabeza. —Por primera vez desde

            que Lin entrara en el despacho, su interlocutor pareció


            estar buscando sus palabras—. ¿Ha creado alguna vez

            la estatua de un cacto? —Lin negó con la cabeza—. En

            cualquier caso, ¿los ha visto de cerca? Mi socio, el que


            la condujo hasta aquí, por ejemplo. ¿Reparó usted en

            sus pies, en sus dedos, en su cuello? Hay un momento

            en el que la piel, la piel de la criatura inteligente, se


            convierte  en  planta  sin  mente.  Corte  la  base

            redondeada del pie de un cacto, que no sentirá nada.

            Pínchele en el muslo, donde es un poco más blando, y


            chillará.  Pero  ahí,  en  esa  zona...  es  algo  totalmente

            diferente: los nervios están entrelazados, aprendiendo


            a  ser  planta  suculenta,  y  el  dolor  es  lejano,  sordo,

            difuso,  más  molesto  que  agónico.  Puede  pensar  en




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