Page 70 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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conversación. Las palabras clave a recordar cuando
piense en cómo responder a mi pregunta son «temas»,
«técnica» y «estética».
Lin titubeó, pero el miedo le hizo lanzarse. Quería
tener contento a aquel hombre, y si eso significaba
hablar sobre su obra, eso sería lo que haría.
Trabajo sola, señaló, lo que es parte de mi... rebelión. Dejé
Ensenada y después Kinken, abandoné mi colmena y mi
enjambre. La gente era patética, de modo que el arte
comunitario se tornó heroico hasta la estupidez. Como la
Plaza de las Estatuas. Yo quería escupir algo... sucio. Trataba
de hacer algo menos perfectas las grandiosas figuras que
creábamos entre todas. Molesté a mis hermanas, de modo que
me encerré en mi propio trabajo. Trabajo sucio. Suciedad de
Ensenada.
—Eso es exactamente lo que esperaba. Es incluso,
perdóneme, previsible. No obstante, no detrae del
poder de la propia obra. Las khepri escupen una
sustancia maravillosa. Su lustre es único, y su fuerza y
ligereza la convierten en conveniente, una palabra que,
ya lo sé, no suele relacionarse con el arte; pero soy un
pragmático. En cualquier caso, emplear una sustancia
tan maravillosa en satisfacer los monótonos deseos de
khepris deprimidas es una terrible pérdida. Me alivia
ver a alguien utilizando ese producto con fines más
interesantes e inquietantes. La angulosidad que usted
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