Page 738 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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—Mirad—siseó Derkhan, señalando al este. Desde
una de las pequeñas cavernas de basura emergían dos
humanos. Al principio Isaac pensó que debían estar
equivocados, que eran constructos ligeros, pero no
había duda de que eran de carne y hueso. Se acercaron
sobre el detritus compactado que cubría el suelo.
No prestaron atención alguna a los renegados que
aguardaban.
Isaac frunció el ceño.
—Ey —dijo, con el volumen suficiente para que lo
oyeran. Uno de los dos hombres que había entrado en
el claro lo perforó con una mirada furibunda y sacudió
la cabeza, antes de apartar la mirada. Castigado y
sorprendido, Isaac guardó silencio.
Más y más constructos llegaban al espacio abierto.
Pesados modelos militares, diminutos asistentes
médicos, perforadoras automáticas y
electrodomésticos, de cromo y de acero, de hierro y de
cobre y de bronce y de cristal y de madera, de vapor,
elíctricos y mecánicos, movidos por taumaturgia o por
un motor de aceite.
Aquí y allá, entre ellos, aparecían cada vez más
humanos (incluso un vodyanoi, pensó Isaac), aunque
se perdió en la oscuridad de las sombras en
movimiento. Estos se congregaban en un grupo
cerrado, en un lateral de lo que casi era ya un anfiteatro.
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