Page 736 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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lento  movimiento  sin  dirección  consciente  que  los

            empujaba  inexorable  en  una  misma  dirección.  Se

            abrieron paso hacia el corazón del laberinto de basura.


                Doblaron una esquina de aquel paisaje ruinoso y se

            encontraron con un vaciado. Era como un claro en los

            bosques,  un  espacio  de  unos  quince  metros  de


            diámetro.  Alrededor  de  los  bordes  había  enormes

            montañas  de  maquinaria  estropeada,  restos  de  toda


            suerte  de  motores,  gigantescas  piezas  que  parecían

            imprentas               funcionales,               así       como           minúsculos

            engranajes de ingeniería de precisión.


                Los cuatro compañeros se encontraban en el mismo

            centro de aquel espacio. Esperaron, inquietos.


                Justo  detrás  del  borde  noroeste  de  la  montaña  de

            desperdicios  se  alzaban  enormes  grúas  de  vapor,

            apostadas como grandes lagartos de los pantanos. El


            río aguardaba espeso al otro lado, fuera de la vista.

                Durante un instante no hubo movimiento alguno.

                — ¿Qué hora es? —susurró Isaac. Lemuel y Derkhan


            consultaron sus relojes.

                —Casi las once —dijo el primero.

                Alzaron de nuevo la mirada, pero nada se movía.


                Sobre  ellos,  una  luna  gibosa  serpenteaba  entre  las

            nubes.  Eran  la  única  luz  en  el  vertedero,  una  pálida


            luminiscencia unidora que sangraba las profundidades

            del mundo.




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