Page 824 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Isaac pensó en algo que decir, pero no era capaz. Miró
al avatar a los ojos.
—Volveré mañana. ¿Están listos los monos? Nos...
nos veremos de nuevo.
La ciudad se cocía bajo el extraordinario calor
nocturno. El verano había alcanzado su momento
crítico. Las polillas asesinas danzaban en las estrías de
aire sucio sobre el núcleo urbano.
Revoloteaban vertiginosas sobre los minaretes y
acantilados de la estación de la calle Perdido. Apenas
batían las alas, surcando expertas las corrientes
rítmicas. Sus cabriolas exudaban vetas inconstantes de
emoción.
Con silenciosas súplicas y caricias, se cortejaban las
unas a las otras. Las heridas a medio sanar se habían
olvidado en la trémula y febril excitación.
El verano en aquella zona, un antaño exuberante
planicie en las costas del Mar del Caballero, llegaba un
mes y medio antes que para sus hermanas al otro lado
de las aguas. La temperatura no había dejado de
aumentar, hasta alcanzar el máximo de los últimos
veintiún años.
En la entrepierna de las polillas se producían
reacciones termotáxicas. Configuraciones únicas de
carne y secreciones químicas ponían en prematuro
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