Page 847 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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posibilidades desde dentro.



                Yagharek rehizo los pasos de Lemuel a lo largo de la


            cáscara del Invernadero.

                Se había desatado los fétidos vendajes de los pies, y

            las  garras  se  estiraron  con  delicioso  reflejo.  Había


            ascendido  el  tramo  inicial  de  metal  desnudo  con  la

            cuerda de Lemuel, trepando después con mucha más


            rapidez y confianza que el humano. Se detenía de vez

            en cuando y se alzaba mecido por el cálido viento, sus

            dedos de pájaro aferrados a las traviesas de metal con


            total firmeza. Se inclinaba de forma alarmante hacia los

            cielos brumosos, extendía un poco los brazos, sentía el


            viento llenar su cuerpo extendido como una vela.

                Yagharek pretendía estar volando.

                De su escueto cinto colgaban el estilete y el látigo que


            había robado el día anterior. El látigo era tosco, muy

            distinto al que había hecho restallar en el cálido aire del

            desierto, azotando y apresando, pero era un arma que


            su mano recordaba.

                Se  deslizó  rápido,  seguro.  Todas  las  naves  aéreas

            visibles estaban lejos. Permanecía oculto.


                Desde lo alto del Invernadero, la ciudad le parecía

            un  regalo  listo  para  ser  tomado.  Allá  donde  miraba,


            dedos y manos y puños y pinchos arquitectónicos se

            alzaban  toscos  hacia  los  cielos.  Las  Costillas,  que  se




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