Page 852 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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inteligentes.

                Los  sencillos  puentes  se  balanceaban  cuando  los

            moradores pasaban sobre ellos en todas direcciones. En


            los jardines de arena vio cactos con grandes rastrillos y

            palas  de  madera,  esculpiendo  cuidadosamente  el

            sastrugi que imitaba las dunas onduladas por el viento.


            Allí, en aquel espacio atestado, encerrados por todas

            partes, no había corrientes que labraran sus patrones, y


            el paisaje del desierto tenía que ser tallado a mano.

                Las calles y sendas estaban atiborradas de cactos que

            compraban  y  vendían  en  el  mercado,  discutiendo


            malhumorados en voz demasiado baja como para que

            Yagharek  la  distinguiera.  Tiraban  de  sus  carros  de


            madera, dos al tiempo si el vehículo o la carga eran

            especialmente grandes. No había constructos a la vista,

            ni  taxis,  ni  animales  de  ninguna  clase  aparte  de  los


            pájaros y los pocos conejos de las rocas que Yagharek

            pudo distinguir en las cornisas de los edificios.

                En  la  ciudad  exterior,  las  cactas  vestían  grandes


            trajes  sin  forma,  similares  a  sábanas.  Allí,  en  el

            Invernadero, no llevaban más que taparrabos de trapo

            blancos o beige, igual que los hombres. Sus pechos eran


            algo más grandes que los de los varones, terminados

            en pezones de color verde oscuro. En algunos lugares,


            Yagharek  alcanzaba  a  divisar  a  una  mujer

            amamantando  a  su  hijo,  sin  preocuparse  por  los




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