Page 848 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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alzaban como tentáculos osificados; la Espiga, clavada
en el corazón como una daga; el complejo vórtice
mecánico del Parlamento, con su oscuro fulgor;
Yagharek los cartografió todos con ojo frío y
estratégico. Miró hacia el este, hacia donde zumbaba el
tren elevado que conectaba la torre del Tábano con la
Espiga.
Cuando hubo alcanzado el extremo del enorme
globo de cristal en la cima de la cúpula, solo le llevó un
instante localizar la grieta. Parte de él se sorprendió por
que sus ojos, los ojos de un pájaro de presa, aún
pudieran servirle como antaño habían hecho.
Bajo él, a medio metro bajo la suave curva de la
escala, el cristal del domo estaba seco, cubierto de
deposiciones de pájaro y draco. Trató de ver a su
través, pero apenas distinguía las sugerencias de
cubiertas y calles.
Decidió entrar.
Se movía con cuidado, tanteando con las garras,
golpeando el cristal para probarlo, deslizándose lo más
rápido que pudo hacia una viga de metal para asirse a
ella. Mientras se movía, reparó en lo fácil que le
resultaba trepar. Todas aquellas semanas
interminables de escaladas nocturnas en el tejado del
taller de Isaac, por torres desiertas en busca de los
acantilados de la ciudad, le habían dado seguridad y
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