Page 853 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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pinchazos que pudiera sufrir el pequeño por las
espinas de la madre. Pequeñas y ruidosas bandas de
niños jugaban en las esquinas, ignorados por los
adultos de paso.
Por todo el templo piramidal había ancianos cactos
leyendo, fumando, hablando o dedicados a la
jardinería. Algunos vestían fajas rojas y azules
alrededor de los hombros, que destacaban fuertemente
contra la pálida piel verdosa.
La propia piel de Yagharek comenzaba a picarle por
el sudor. Las corrientes de humo nublaban su visión. El
vapor que se alzaba desde cientos de chimeneas a
distintas alturas, ascendía hacia el cielo en lentas
bocanadas. Algunas volutas brumosas encontraban el
camino hasta arriba y se filtraban por las grietas y
agujeros en el cristal. Pero con el viento atrapado en el
exterior y el sol magnificado por la burbuja traslúcida
de la cúpula, no había brisas que disiparan los humos.
Yagharek reparó en que la cáscara interior del cristal
estaba cubierta por un hollín grasiento.
Aún quedaba más de una hora para la puesta del sol.
El garuda observó a su izquierda y vio que el orbe de
cristal sobre la bóveda parecía arder bajo la luz. Estaba
absorbiendo cada mínima emisión solar,
concentrándola y enviándola con viveza hacia todos
los rincones del Invernadero, inundándolo con luz y
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