Page 890 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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frente a las casas. Tras ellos caminaban los monos,
moviéndose lentamente, lo más en silencio que les era
posible. Aguardaron junto a los dos humanos y el
garuda, con la luz rojiza brillando violenta sobre sus
abolladas cáscaras metálicas. La misma luz resbalaba
alrededor de los tres intrusos hechizados, como el
aceite sobre una hoja. No conseguía aferrarse a ellos.
Las tres figuras borrosas atravesaron junto a los cinco
autómatas la calle desierta y se dirigieron hacia el
umbral.
Los cactos no cerraban sus puertas con llave, por lo
que fue fácil entrar en el edificio. Shadrach comenzó a
subir las escaleras. Mientras Isaac lo seguía, percibió el
exótico y pungitivo olor de la savia y la extraña comida
de los xenianos. Por todo el vestíbulo de entrada había
macetas con tierra arenosa de la que brotaban distintas
variedades de plantas del desierto, la mayoría en mal
estado, menguantes en aquella atmósfera artificial.
El mercenario se giró para mirar a sus compañeros.
Lentamente, se llevó un dedo a los labios y reanudó su
ascensión.
Mientras se acercaban a la quinta planta, oyeron una
silenciosa discusión con la profunda voz de los cactos.
Yagharek les traducía lo que entendía con un débil
susurro, algo sobre estar asustados, una exhortación
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