Page 897 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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nosotros. Moveos lentamente. Deteneos si hay peligro.

            Tú —dijo señalando a otro—, marcha tras nosotros. El

            otro, que se quede con Yag.


                Lentamente,  uno  tras  otro,  los  autómatas  se

            sumergieron en las tinieblas.

                Isaac apoyó una mano sobre el hombre de Yagharek.


                —Volveremos  pronto,  viejo  —dijo—.  Vigila  por

            nosotros.


                Se arrodilló, precediendo a Shadrach por la gruta de

            ladrillo  roto,  avanzando  acuclillados  por  el  agujero

            estigio.




                El túnel era parte de una topografía subversiva.


                Se arrastraba en ángulos extraños entre las paredes

            del  edificio  y  giraba  bruscamente,  inundado  por  el

            ruido de las respiraciones y el traqueteo de los monos.


            A Isaac le dolían las manos y las rodillas por la presión

            de  la  piedra  tallada  bajo  ellas.  Estimó  que  estaban

            retrocediendo  hacia  las  plantas  derruidas.  Se


            desplazaban hacia abajo, e Isaac recordó cómo la curva

            de la cúpula había decapitado las casas en un punto

            cada vez más bajo a medida que se acercaban al cristal.


            Cuanto  más  cercanas  estaban  las  habitaciones  a  la

            cáscara exterior, cuanto más bajas se encontraban, más


            cuajadas aparecían de restos y escombros.

                Se  abrían  paso  por  el  pequeño  muñón  de  la  calle,




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